América Latina y el Caribe se encuentran en un momento crítico para redefinir su modelo financiero hacia uno más sostenible, según datos del Índice de Finanzas Sostenibles 2024 (SFI, por sus siglas en inglés), que ofrece un panorama (en cifras) de los desafíos y oportunidades que enfrenta la región en su camino hacia la sostenibilidad económica sin comprometer el medio ambiente.
A pesar de los compromisos internacionales para enfrentar el cambio climático, los países de LatAm y el Caribe aún enfrentan dificultades para acceder al financiamiento internacional. Esto se traduce en aumentos en su deuda externa, ya que gran parte del financiamiento climático al que acceden actualmente viene en forma de préstamos.
Mientras tanto, en el ámbito nacional, muchos continúan invirtiendo en actividades que incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático, lo que dificulta su transición hacia un modelo económico más sostenible.
Las sostenibilidad financiera en América Latina y el Caribe se queda corta
El SFI 2024 destaca una brecha significativa entre los ingresos generados por los países de América Latina y el Caribe a partir de actividades intensivas en carbono y los destinados a combatir el cambio climático y proteger la biodiversidad.
En general, los países de la región recibieron más de 19 veces más ingresos por actividades relacionadas con la exportación de combustibles fósiles (233.300 millones de dólares en 2023) que por financiamiento climático y de biodiversidad (apenas 11.800 millones de dólares).
También destinaron 12 veces más recursos a actividades intensivas en carbono (66.800 millones de dólares en 2023) que a iniciativas que ayudarán a combatir el cambio climático y proteger la biodiversidad.
Este desequilibrio refleja la dependencia histórica de la región de sectores como la minería, el petróleo, el carbón y el gas.
Guatemala, líder en finanzas sostenibles en la región
El índice tiene en cuenta cuatro variables, entre ellas los ingresos de los países vinculados a actividades sostenibles y los ingresos por uso intensivo de carbono, y otorga una calificación de entre cero y cuatro puntos por su desempeño.
Ninguno de los 20 países analizados (aquellos con las mayores emisiones de gases de efecto invernadero de la región) obtuvo el máximo de cuatro puntos.
Guatemala obtuvo la calificación más alta de todos los países que contempló el estudio con una puntuación de 2,6 en el índice de finanzas sostenibles. Esto se debe a que ha asignado 35 veces más recursos a actividades que combatirán el cambio climático que a actividades intensivas en carbono, y a que es un país que no depende de la industria de los combustibles fósiles para impulsar su economía. Pero, como otras naciones en la región, enfrenta desafíos para acceder a la financiación climática internacional.
Honduras (2,5 puntos), Jamaica (2,5), El Salvador (2,4) y Panamá (2,4) también han logrado avances en cuanto a sus asignaciones presupuestarias públicas en relación con el cambio climático aunque, al igual que Guatemala, también enfrentan desafíos para acceder a financiamiento internacional. Esto limita su capacidad para implementar políticas climáticas, como los esfuerzos hacia sus contribuciones determinadas a nivel nacional como parte del Acuerdo de París.
Brasil y México enfrentan grandes desafíos
Las mayores economías de la región, Brasil y México, se encuentran en una posición crítica en el contexto de las finanzas sostenibles.
Según el SFI 2024, ambos países tienen puntuaciones medias y bajas: Brasil con 2,1 puntos y México con 1,3 puntos, respectivamente. Estos resultados reflejan una disparidad entre sus ingresos y gastos provenientes de actividades intensivas en carbono y el financiamiento asociado a la lucha contra el cambio climático.
En 2023, Brasil generó 33 veces más ingresos por actividades intensivas en carbono de lo que captó de fuentes internacionales de financiamiento climático, y destinó 1,5 veces más presupuesto a actividades contaminantes que a iniciativas de sostenibilidad.
La situación de México es aún más compleja: generó 57 veces más ingresos por actividades intensivas en carbono, mientras que destinó 28 veces más recursos a sectores contaminantes que a la lucha contra el cambio climático.
Reorientar los recursos hacia la sostenibilidad económica
El desafío es claro: a nivel nacional, los países de América Latina y el Caribe deben acelerar su transición hacia la sostenibilidad económica
La dependencia económica de actividades intensivas en carbono no solo pone en peligro el logro de los objetivos climáticos internacionales, sino que también expone a la región a los efectos devastadores del cambio climático, como los desastres naturales y la migración forzada, que ya están afectando a muchas comunidades en toda la región.
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